martes, 23 de febrero de 2010

En Madrid hay días que deja de llover un rato y que, incluso, se puede llegar a ver el sol. Afortunadamente, el rato seco del sábado pasado quiso hacerse coincidir con la carrera en Marimartín, que es la Dehesa de Navalcarnero, y que entonces resplandecía limpia (en todos los sentidos), verde, y blandita y que, consecuentemente, se constituyó en el terreno perfecto para llevar a cabo los quehaceres de la orientación.

Como se trata de una carrera que se anuncia como media y sé, que tuve oportunidad de estrenar este plano, que la majada navalcarnereña no es muy vertical, aprovecho para, alistándome entre la élite, medirme con los mejores entre los mejores (la afirmación es objetiva: los resultados de Santa Pola y del encuentro de Portugal así lo certifican).

Ya... ya sé, no me hace falta medirme con ellos para saber a que altura me quedan los tacos de las botas de los más rápidos pero que queréis que os diga... me va la marcha. Y además no se trata sólo de eso, también se trata de alargar un poco la carrera, de aumentar la dificultad,... en definitiva, no tanto de competir como de entrenar.

La carrera me deja mejores sensaciones que resultado. Salvo un error “garrafal” (dos minutos y medio o tres) en la veinte el resto de controles no ofrece ninguna gran resistencia y, sin estar a tope, fisicamente me encuentro ligero; y sin embargo los dos primeros clasificados, cierto es que son quienes son, me asaetean con un cuartito de hora (en un trayecto que a mi me dura tres).

Conclusiones: Primera, a la velocidad que voy soy capaz de leer correctamente el mapa. Segunda, la velocidad a la que voy es escasa. Tercera, he de mejorar la relación velocidad de carrera/velocidad de lectura.

Y para terminar una pregunta retórica (o no tan retórica) y una afirmación un poco arriesgada (o no tan arriesgada):

¿Qué determina que un plano sea fácil?.

En Navalcarnero ganaron los que mejor carrera hicieron, es decir, aquellos de entre todos los participantes que menos tiempo emplearon, esto es, los más rápidos, en visitar la sucesión de controles propuesta por la organización.


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miércoles, 17 de febrero de 2010

A Nodar Kumaritashvili.

El frio, las piedras, el arroz a banda, un millón de voltios, las rocas, los resbalones, suecos, suecas, finlandeses y finlandesas, noruegos y noruegas, peñascos, las camisetas amarillas, el yin, el yan, el faro, pedruscos, ¿la playa?, Nogueiranssen, las integrator nuevas (a ver quién me coge ahora), las ausencias, las presencias, el “parriba pabajo”, la tubería, las vaguadas cañon, las malas hierbas, galeras, más piedras, los tobillos, las rodillas,... la espalda, el ya lo decía yo, la virgen del carmen, la dimitida, ¿he mencionado ya a los nórdicos?, ¿y a las piedras?, la lluvia, el viento, a veces bien a veces mal, el catarro, los walkies, los talkies, la repoblación (¿ha sido de pinos o de piedras?), la ineh y lah floreh, el estreno (de muchos), la victoria (¿o es derrota?), la derrota (¿o es victoria?), la bruja novata, la jatta, y la catalitica..., o lo que es lo mismo, el fin de semana en Santa Pola:
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viernes, 12 de febrero de 2010

No os lo perdais.

Mensaje para despistados:
Añadid a vuestra lista de favoritos, no dejéis de hacerlo, el Blog del Benet (cuyo enlace pueden encontrar ustedes a la derecha de sus pantallas): cuidadísima página, de contenidos muy elaborados, muy técnicos, con un porrón de mapas... a la altura de las mejores, en definitiva, interesantísima e inevitable. Sólo le falta algo más de pura literatura para ser perfecta, pero claro, no todo el mundo puede llegar al nivel de... Competencia de Runoway.

¡¡¡¡¡¡Suerte a todos en Santa Pola!!!!!

A mi abuelo Enrique, la persona más buena que jamás he conocido.

Hasta mañana Santa Pola sólo pertenece a mi vida “anteorientación”, vamos, que pertenece a esa etapa de mi vida que yo creía completa, en la que me parecía, ingenuo de mi, que tenía todo cuanto deseaba y que no me hacía falta nada más (aclaro que no es que tuviera mucho, que no lo tenía, sino que siempre me he conformado con poco, puedo ser feliz si no me faltan “cuatro” cositas: mi familia, mis amigos, algo de trabajo, el deporte, y una cerveza fría después de hacer deporte –...quizá podría añadir alguna más a esta lista pero quiero que este blog se lo puedan permitir todos los públicos).

Tenían mis abuelos una casita allí, cerca del mar, y nosotros, la familia entera (digo todos: sus hijos, sus nietos y sus correspondientes añadidos políticos) aprovechábamos la circunstancia para pasar allí una muy buena parte del verano a costa del bolsillo y la paciencia de los, en cualquier caso felices, ancestros. Así es que casi todos los recuerdos que tengo de allí están impregnados, adornados, por la brillante luz del sol estival, el hálito de un mar calmo como el pedernal, y el perfume del azahar, que era un naranjo el que ensombrecía el particular patio que con tanto mimo cuidaba el abuelo Enrique.

Si de Santa Pola y recuerdos habló no puedo dejar de hacerlo de aquella niña (niña como yo niño que entonces debía contar yo con apenas doce marzos) de pelo y ojos negros como el azabache cuya mirada jugaba con la mía al corre que te pillo, con la que apenas cruce dos o tres saludos, saludos de niño, en un largo verano, y que sin embargo fue, hoy sigo creyéndolo así, el gran amor, amor de niño, de mi infancia.

Ya hace muchos años que mis abuelos dejaron aquella casa, luego la vida...

A partir de mañana, quizá de hoy mismo si llego a tiempo para desfogarme en el plano que sirve de modelo del evento, Santa Pola también pertenecerá a mi vida post-orientación, ésta sí... de verdad completa.

lunes, 8 de febrero de 2010

Las de Hontanares.

Bronquitis mediante y a la vista del liguero próximo fin de semana, me quedo éste sin hacer orientación (José Enrique, 0; la puta vida, 1), para asegurarme, tropezón que no doy cuatro pasos que adelanto, que llego a Santa Pola recuperado (el año pasado corrí con bronquitis creo recordar que en Bustarviejo y se me agravo de tal manera que tuve que dejar de ir a Almaden). Hoy, estoy casi totalmente sano (José Enrique, 1; la puta vida, 1). Cambio entonces la orientación por un par de deliciosos (José Enrique 2; la puta vida 1) paseos por el campo somoserrano, y aprovecho para perseverar en la cultura micológica: salteado de boletus y colmenillas (José Enrique 3; la puta vida 1), croquetas al aroma de trufa (José Enrique 4; la puta vida 1), canelones de espinacas y marzuelos (José Enrique 5; la puta vida 1). ¡Ah!, lo riego todo con un Ribera del Duero redondo pese a estar recién cosechado (José Enrique 6; la puta vida 1). Hoy lunes el despertador suena a las 06:30 horas (José Enrique 6; la puta vida 2) y empieza una nueva semana de trabajo (José Enrique 6; la puta vida 3) del que no se espera sino lo mismo de siempre: rutina, alienación, y tedio (José Enrique 6; la puta vida 6).

A ver si llega pronto el próximo fin de semana que tengo unas ganas locas de deshacer el empate. En alicante, ¡¡¡haciendo orientación!!!, gano seguro.